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La ciudad bajo el agua: la gran inundación de 1629

En 1629, el cielo pareció desplomarse sobre la Ciudad de México. Durante más de cuarenta horas, una tormenta incesante convirtió acequias en ríos, patios en lagunas y calles en canales. Lo que antes era la capital virreinal se transformó en una ciudad sumergida, navegable solo en canoa. Así comenzó una de las tragedias más impactantes en la historia de la Nueva España: una inundación que duraría casi cinco años.

Crónicas de la época describen un panorama desolador: casas anegadas, muebles flotando entre cadáveres, un hedor insoportable y miles de personas desplazadas. Más de 30 mil viviendas quedaron inhabitables y la ciudad, por momentos, pareció rendirse.

Pero entre el lodo y la desesperanza, surgió un acto de fe inolvidable. Desde el Tepeyac, una imagen de la Virgen de Guadalupe fue colocada en una balsa adornada con flores mojadas. Así inició una procesión fluvial extraordinaria. La Virgen navegó entre tejados y balcones, mientras la ciudad entera se asomaba desde las azoteas para verla pasar. Al llegar a la Catedral, y aún sobre balsas, se ofició una misa. Según la tradición, fue entonces cuando la lluvia cesó. A partir de ese momento, la Guadalupana fue proclamada patrona de la ciudad.

El desastre fue tal, que la Corona española consideró mudar la capital a Puebla. Pero la alternativa elegida fue aún más ambiciosa: desecar el lago de Texcoco. Se construyeron desagües, bordos, canales y obras hidráulicas que transformaron por completo el paisaje. La antigua isla mexica se convirtió en tierra firme, conectada al continente, y la ciudad dejó de estar rodeada de agua. Era una apuesta por evitar que algo así volviera a suceder.

Hoy, si caminas por la calle de Madero, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, aún puedes ver una marca silenciosa de esa catástrofe. Justo en la esquina con Motolinía, levanta la vista: sobre una fachada, una cabeza de león tallada en piedra señala el nivel que alcanzó el agua en 1629. Ese mascarón, colocado en 1634, es un testigo silencioso de una ciudad que, literalmente, estuvo a punto de desaparecer bajo el agua.

Este episodio es parte del proyecto Walk Mexico. Lo cotidiano tiene historia, una invitación a redescubrir nuestra historia desde las calles, los edificios y las huellas que aún susurran desde los rincones de nuestra ciudad.